Miguel Sempere
Albert Rivera ha conseguido, a base de desmentirse a sí mismo con una rapidez pasmosa, ser un político cuya palabra no vale nada.
La falta de credibilidad ha llegado a tal punto que ya se da por supuesto que terminara haciendo lo contrario o al menos distinto de lo que está diciendo. No se va a dedicar a pactar, en ningún caso, sillones; en ningún caso no significa en ningún caso, salvo, para empezar, la Mesa del Congreso.
Ahora él y los suyos repiten que se abstendrán en la investidura de Rajoy pero todo el mundo da por supuesto que votarán sí. Dicen que estarán en la oposición planteando reformas, pero todo el mundo da por supuesto que están dispuestos a entrar en el Gobierno.
Toda la estrategia de Albert Rivera se configuró en torno al veto a Rajoy y la disposición al acuerdo con un PP sin Rajoy. Ahí la rectificación ha sido de órdago a la grande. “No vamos a apoyar un Gobierno de Mariano Rajoy”. La frase no admite demasiadas disquisiciones, ni interpretaciones: es lo que se denomina veto. No se incluye a todo el PP, pero sí Rivera era muy claro contra Rajoy. Inquietos los periodistas sobre sus vaivenes –tras el 20 D ya había hecho un acuerdo con Pedro Sánchez al que había execrado- los periodistas le pidieron afinación: “¿Descarta la abstención?”. “Sí. Nosotros no queremos que Rajoy gobierne”. ¡No queremos que Rajoy gobierne! ¡Qué seguridad y rotundidad muestra cuando miente y lo hace siempre! Y, por supuesto, descartaba la abstención. Todo esto en campaña electoral, claro.
“Ciudadanos quiere un cambio de ciclo, y en el cambio de ciclo tiene que haber un cambio de entrenador. Queremos un nuevo presidente, con un nuevo equipo y nuevas políticas”, fue la reflexión de Rivera en un desayuno informativo en Barcelona de El Periódico. “Quiero un presidente del Gobierno al que no chantajee nadie, al que nadie (Rita Barberá) lo llame para que no quite los aforamientos, que no le coja el teléfono a ningún delincuente”, ha dicho en referencia a Luis Bárcenas. “Confío en que esta nueva etapa política se abra”.
En el debate a cuatro se puso estupendo con Rajoy y, desde la superioridad moral, intentó hacerle entrar en razón: “Le doy un consejo: le pido que reflexione. Abramos una nueva etapa. Hay gente en su partido a la que no le gustan los papeles de Bárcenas y sus SMS, que piensa que va a hacer algo por España o va a hacer algo que impida que el populismo llegue al poder. Abramos una nueva etapa”.
No hay palabra de la que este charlatán de feria no esté dispuesto a desdecirse, ni compromiso que no esté dispuesto a incumplir. Tras dos campañas, y más la última, sobreactuando sobre y contra Rajoy, su conclusión es que “nunca ha habido veto contra Rajoy”. ¿Es la misma persona que decía “no vamos a apoyar un Gobierno de Mariano Rajoy” o hablaba de “cambio de ciclo” y “cambio de entrenador”?
Militantes de Galicia sospechan manipulación telemática
Tampoco tiene ninguna credibilidad la democracia interna de Ciudadanos, tras dos mil expulsiones y una serie ininterrumpida de falsas primarias digitalizadas. Militantes de Ciudadanos de A Coruña transmiten a Rambla Libre su temor, casi su convicción, de que las primarias que tendrán lugar la próxima semana, y en la que se decidirá entre la colaboradora de Libertad Digital, Cristina Losada, y el catedrático de Derecho de la Universidad de A Coruña, Juan Ferreiro.
Los militantes que piensan votar a Juan Ferreiro no tienen ninguna confianza en la limpieza de las elecciones, porque cuando se ha usado el sistema telemático –Málaga, Toledo, Zaragoza…- siempre ha quedado bastante más que la sombra de la duda respecto al pucherazo.