Virginia Montes
En su permanente huida hacia adelante, mientras intensifica la purga en Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha lanzado un ultimátum chantajista a la Unión Europea –y a la sumisa Ángela Merkel– o se permite a los turcos entrar y viajar por toda la Unión Europea sin visado o romperá los diques de refugiados.
La Unión Europea y Ángela Merkel han ido cometiendo error tras error, en la llamada “crisis de los refugiados”, que llegaron por el efecto llamada de la Oficina del Refugiado alemán. En vez de cerrar las fronteras, como muy bien ha hecho la Hungría de Viktor Orban, un liderazgo fuerte y claro de futuro, el buenismo de la corrección política ha producido un proceso de acción-reacción en el que todos los problemas se agravan y cada vez surgen algunos nuevos, que empeoran de inmediato.
Antes que la formalidad de una negociación con la UE, los acuerdos fueron establecidos de manera directa por ese desastre sin paliativos de Ángela Mekel en plena campaña electoral, en un apoyo directo a Erdogan. El 19 de octubre de 2015, Merkel giró visita a Ankara y prometió que los turcos no necesitarían visado para entrar en la UE, además de acelerar el ingreso de Turquía y 3.000 millones de euros, a cambio de parar el flujo de refugiados.
Quizás la opinión pública no ha tomado conciencia de lo que representaría considerar ya de facto como ciudadanos europeos –no precisarían visado- a 70,5 millones de turcos, con una tasa de crecimiento anual de 1,04; población de la que la mitad está por debajo de los 28 años y que el 49,75% vota a un partido manifiestamente integrista como es Justicia y Desarrollo. Sería una auténtica invasión turca. Alemania ya tiene tres millones de turcos en su territorio.
Un Erdogan que ha mostrado su aspecto más deleznablemente fanático necesita tanto triunfos como enemigos: «Si la Unión Europea no concede la liberalización de los visados para los ciudadanos turcos, Ankara no respetará el acuerdo de marzo sobre los inmigrantes«, ha retado Erdogan a un UE a la que considera débil.
La respuesta del presidente turco llega un día después de que la Comisión Europea eludiera aclarar si dejará de exigir visado a partir de octubre a los turcos que viajen a la UE, como reclama el país euroasiático, pese a recalcar que la fecha depende de que Ankara cumpla los 72 requisitos que le impuso Bruselas, entre los que se incluye cambiar su ley antiterrorista.
«El presidente Jean-Claude Juncker ya ha dejado muy claro en numerosas ocasiones que si Turquía quiere la liberalización de visados debe cumplir los requisitos«, sostenía este lunes en la rueda de prensa diaria de la Comisión la portavoz comunitaria Mina Andreeva.
El pasado mes de mayo, sin embargo, Erdogan se mostraba tajante y poco decidido a aceptar tal cambio: » Nosotros vamos por nuestro camino, ustedes vayan por el suyo. Negocien un acuerdo sobre refugiados con quien ustedes puedan«, amenaza el presidente turco.
Una España en crisis, ha pagado 152 millones a Turquía
La polémica lleva desatada desde la misma firma del acuerdo, que se puso en marcha el 20 de marzo bajo el compromiso de que todos los migrantes y refugiados que llegaran a las islas griegas fueran deportados a Turquía, donde se incorporarían a cola de la larga lista de personas pendientes de reasentamiento en algún país europeo. A cambio, la Unión Europea concedería a Ankara una ayuda de hasta 6.000 millones de Euros –de los que por el momento se han entregado 3.000, 152 procedentes de España– y otros privilegios, como la supresión de visados.
Además, Erdogan insiste, sin escuchar las débiles advertencias de desastre Merkel, en reintroducir la pena de muerte. Erdogan ha destacado en la entrevista de este martes que el 57% de los turcos, según los sondeos, lo apoyaría. «Si el Parlamento turco lo vota, estamos preparados para reintroducir la pena de muerte».