Miguel Sempere
El wahabismo es la corriente rigorista oficial en Arabia Saudí. Es también la base ideológica de donde ha ido surgiendo el terrorismo islamista y que ha conformado al Daesh. Se caracteriza por la voluntad dominadora y expansiva, por el retorno a los orígenes –salafismo-, por el rigor en la aplicación de la sharia, por el odio a los chíies y a los no musulmanes. Y es la corriente, que a base de talonario, exportan Arabia Saudí, Qatar y las petromonarquías. El wahabismo está más activo que nunca en España y cuenta con la tolerancia de todas las formaciones políticas.
A pesar de que la bajada de los precios del petróleo ha hecho que Arabia Saudí incurra en déficit, con 15.000 millones de dólares en deuda, de que no se está haciendo frente a pagos a proveedores y se haya presentado un plan de modernización para quitar “la adicción al petróleo” con el horizonte de 2030, la expansión del wahabismo a España sigue siendo una prioridad.
Recientemente, RL informaba de la firma del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas, por Javier Doreste -en representación de la nueva corporación formada por PSOE, Podemos y Nueva Canarias- con el saudita Saud Abdullah A Alghydayyan, director del Centro Cultural Isámico de Madrid y representante religioso de Riad en España, de la cesión de terrenos públicos para la construcción de una mezquita, que será sufragada por Arabia Saudí.
En Sevilla está proyectada una mezquita, para la que solicita igualmente la cesión de suelo público, de la que se afirma que “será sufragada con dinero de donantes de Emiratos Árabes”.
El centro del wahabismo en España es la Mezquita de la M-30. El wahabismo, especialmente agresivo contra Occidente y que considera la democracia una herejía que debe ser combatida, es una penetración de una potencia extranjera, al tiempo que el control de los musulmanes en España a través de la financiación de los imames por los saudíes. En Noruega se prohibió que Arabia Saudí pudiera financiar mezquitas. En Suiza, por referéndum, se aprobó que no pudieran elevarse minaretes; una forma de prohibir las mezquitas. La tesis oficial wahabista es que el único texto válido de El Corán para la relación con los no musulmanes es “matadlos a todos allá donde los encontréis”, y así se indica en la traducción realizada bajo los auspicios del Ministerio de Asuntos Religiosos de Arabia Saudí.
Las autoridades españolas, y los partidos políticos, miran para otro lado ante esta invasión político-religiosa. La Policía está transmitiendo su preocupación. Desde 2012, viene emitiendo sin licencia Córdoba Internacional TV, iniciativa del jeque qatarí, Abdul Azis Al-Fawan, que es en Qatar un rigorista wahabista. La empresa Primavera de Córdoba SL, acumula pérdidas de 7 millones. El jeque ha adquirido parte del Casino de Toledo para convertirlo en un centro de interpretación de la cultura islámica y ha puesto en marcha una empresa, Diez Manos SL, para la “prestación de servicios profesionales de asesorías de empresas audiovisuales, periodísticas, internet, publicidad y márketing”.
Los promotores de la mezquita de Sevilla resaltan que esos donantes de Emiratos Árabes ya son bien conocidos por sus patrocinios de equipos de fútbol e inversiones en empresas. Los españoles han sido acostumbrados a la expansión wahabista, sin percibir sus riesgos. Qatar Airways ha renovado su patrocinio al Barcelona un año más. La primera firma del contrato por tres temporadas representó 144 millones de dólares, más una prima de 12 millones si ganaba la Liga de Campeones. Fly Emirates patrocina al Real Madrid con entre 25 y 30 millones por temporadas.
Capital qatarí se ha ido posicionando en sectores estratégicos. En 2014, Qatar Investment Authority elevó su participación en Iberdrola al 9,25%. Ghanim Alhodaifi Al Kuwari, próximo al emir de Qatar, invirtió 64 millones en Prisa, lo que le da derecho a 2 de los 13 puestos del Consejo de Administración. El también qatarí Hamad bin Jasim, es el tercer accionista de El Corte Inglés, con el 12,25% de las acciones y garantías sobre otro 3%.
La bajada de los precios del petróleo hace que la expansión wahabista precise que sea sufragada por los contribuyentes. De ahí la continua petición de cesiones de suelo público, a la que suelen someterse los partidos, a pesar de las crecientes protestas ciudadanas. O ahora las gestiones para que haya enseñanza islámica en las escuelas con profesores pagados por el Estado, que es la forma de intensificar el control y también de instalar en los Presupuestos a los imames wahabistas.