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Nunca hubo convivencia entre cristianos y musulmanes

Redacción




Las razias musulmanas eran anuales para conseguir esclavas. /Foto: miniaturasmilitaresalfonscanova.com.
Las razias musulmanas eran anuales para conseguir esclavas. /Foto: miniaturasmilitaresalfonscanova.com.

Enrique de Diego

Durante ocho siglos, el batallar fue constante, nunca hubo convivencia, ni tan siquiera coexistencia pacífica, entre cristianos y musulmanes. Me temo que el común de nuestros escolares y licenciados universitarios aseverarían todo lo contrario, como si se tratara de un dogma interiorizado, un cliché.

No hubo ni tan siquiera mestizaje étnico, pues los avances cristianos conllevaban la repoblación. Los sevillanos, por ejemplo, descienden de gallegos. Pues tras la toma de Sevilla, las capitulaciones establecieron que la población musulmana tenía tres días para abandonar la ciudad. A los tres días llegaron los nuevos pobladores: gallegos. De esa toponimia repobladora, esta Castilla llena: vascos, vasconcillos, Vasconcelos, navarros, narros, gallegos, francos.

Hubo relaciones propias de una guerra: treguas, con pagos de tributos de una y otra parte o parias, dependiendo de la correlación de fuerzas; cristianos en ejércitos sarracenos luchando contra cristianos, para que no les atacaran a ellos, o participando en las divisiones sucesorias; y mahometanos luchando dentro de ejércitos cristianos, y mercenarios como durante un tiempo lo fue Rodrigo Díaz de Vivar.

En una visita a un Museo provincial muy bien dotado, con mucho gasto de dinero del contribuyente, me quedé asombrado de que se reflejara respecto a nuestros años medios una convivencia que nunca existió. Le hice ver al director que eso era mentira. “Sí, desde luego, pero hubiera sido bonito que hubiera sido como lo hemos representado”. A este nivel de estupidez ha llevado la corrección política.

Las razias musulmanas eran anuales

Fueron ocho siglos de lucha constante, con razzias anuales, veraniegas para vivir sobre el terreno y destruir las cosechas y talar los árboles frutales. No hubo tolerancia por ninguna de las partes, pues ese era un concepto absurdo en aquellas mentalidades. Almanzor asombró cuando fue capaz de hacer dos razzias anuales.

El pequeño reino asturiano pudo sobrevivir por la orografía montañosa pero, sobre todo, porque pronto estallaron guerras civiles entre árabes y bereberes, pues el islamismo es una doctrina mesiánica de los árabes, de los ismaelitas, que sólo hasta un siglo después de la muerte de Mahoma admitió conversos de otras razas. Los bereberes se quejaron del reparto del botín y se rebelaron, perdiendo en la pugna.

Un siglo de desierto hasta el Duero

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Aprovechando esa circunstancia, el yerno de Pelayo, Alfonso I el Católico, yermó el territorio mesetario existente desde los montes cantábricos hasta la frontera natural del Duero. La Crónica de Albelda dice que “convirtió la tierra en un yermo hasta el Duero”. Quedarían pequeños agrupamientos, pero durante un siglo fue un desierto: una política de tierra quemada para dificultar las razias musulmanas. Aún así, Oviedo fue destruido en los años 794 y 795.

Siempre, siempre se avanzó con repoblaciones; repoblando con gentes del Norte. Cuando por la Bardulia y La Bureba se va conformando Castilla, se va bajando al llano, lo que de inmediato se construyen son castillos para la defensa.

La esclavitud, base de la economía de Al Andalus

Uno de los objetivos de las razias musulmanas era conseguir esclavos. La esclavitud siempre fue un factor económico clave para Al Andalus. Especialmente rentables como botín eran las cristianas. En tiempos de Almanzor, los cronistas musulmanes cuentan que era tanto el material humano de cristianas en el mercado de esclavos de Córdoba, que los padres musulmanes no conseguían casar a sus hijas, por mucha dote que aportaran.

Porque hubo guerra y sólo guerra, porque nunca hubo convivencia ni existencia pacífica, en Castilla, la más dinámica de las fuerzas reconquistadoras, tampoco hubo feudalismo, pues todos eran necesarios para la lucha; y se laboraba mirando al horizonte, a las señales de las atalayas, atentos al próximo ataque. Y con el mismo caballo con el que se araba se acudía al combate.

No, nunca hubo convivencia. Los musulmanes construyeron una colosal fortaleza en Gormaz, como un portaaviones situado en la otra orilla del Duero, para poder raziar mejor. Enfrente de Gormaz, estaban las fortalezas cristianas de San Esteban de Gormaz y Osma. Siempre vigilantes unos de otros

La necesidad de un mayor compromiso en la lucha contra el invasor, puesto como tal, con toda justicia, fue tenido el sarraceno, hizo que las Españas fueron fecundas en órdenes militares propias: Santiago, Calatrava, Alcántara. Además, de encontrar aquí terreno abonado las del Temple, muy presente en la Corona de Aragón, y la del Hospital. El Temple tenía fortalezas impresionantes como la de Monzón y Miravet, y educó en su visión militante de la vida al gran Jaume I, que fue quien dio el gran impulso reconquistador a la Corona de Aragón: tomas del Reino de Valencia y de Baleares.

La Academia de Traductores de Toledo fue una anécdota cultural exquisita de Alfonso X el Sabio, quien simplemente puso a sueldo a doctos cristianos, musulmanes y judíos.