AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


¡Viva la República!

Redacción




Juan Carlos de Borbón, un mal hijo, un mal marido, un mal padre y un mal suegro. /Foto: cazadebunkers.wordpress.com.
Juan Carlos de Borbón, un mal hijo, un mal marido, un mal padre y un mal suegro. /Foto: cazadebunkers.wordpress.com.

Yrene Calais

Como dice un amigo mío notario, en España la corrupción monárquica institucional se instaura con los Trastámara. Una saga podrida y avarienta. Sin embargo, el mal no es comparable con la llegada a España de los borbones; esos malditos gabachos sobre los que pesa la maldición de Jacques de Molay, el último maestre templario.

Los borbones no han hecho más que borbonadas, Eso sí, barriendo siempre para casa y agrandando sus fortunas particulares. Un porcentaje, 0,10 céntimos por cada barril de petróleo importado de las petromonarquías, lo cual le convierte en una de las más fuertes fortunas de Europa. Según un estudio de la Universidad de Bruselas, coordinado por el profesor Hermann Mathijs, especialista en Casas Reales, su fortuna es de 1.600 millones de euros; según la revista Forbes, de 1.700 millones de euros y según The  New York Times de 2.300 millones de dólares. Eso no ha salido de su sueldo. Luego, a la desvirtud de la avaricia suele llevar aparejada la de la lujuria; en el caso de Juan Carlos de Borbón, de todos es conocida que ambas las tiene en dimensiones superlativas.

Juan Carlos nunca estuvo capacitado para ser rey. Era un hombre que arrastraba profundos conflictos emocionales con su padre, con la muerte de su hermano Alfonso en extrañas circunstancias, que nunca se investigaron; era, por tanto, un personaje maniaco depresivo, como se ha visto en su actuación, tanto en lo público como en lo privado.

Al no estar dotado de una gran inteligencia, ha necesitado siempre la lisonja de actrices, presentadoras, princesas; todas ellas mujeres muy caras y en las que ha invertido ingentes cantidades de dinero para comprar el silencio de las mismas. La última, y más sonada, ha sido Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una princesa consorte, metida en el rancio abolengo con calzador; eso sí, con un gusto desaforado por el lujo, incluso algunos dicen que Juan Carlos le ha regalado joyas que pertenecieron a Victoria Eugenia, como la perla Peregrina. Nada le satisfacía. Corinna se ha llevado 30 millones de euros en comisiones de negocios ‘nacionales, como intermediaria, con sonoros fracasos como el AVE Medina-La Meca, que va a abrir un agujero a los contribuyentes españoles.

Un mal padre y un mal suegro, que ha llevado a Cristina e Iñaki al desastre

NO TE LO PIERDAS:   Clara Reinoso: "Margarita Robles me tiene que devolver mi dignidad"

Al otro lado, sus hijas, Cristina y Elena, ocupando el papel de las cenicientas reales. A qué me refiero. A un padre cicatero que ha sido incapaz de situarlas dignamente, según el rango que ellas merecen. Nunca se ha visto que les haya regalado una casa. Nunca se las ha visto en una posición desahogada. A la infanta Elena la coloca en Mapfre, con cargo al Presupuesto, eso sí. Y a la infanta Cristina en la Fundación La Caixa, con un sueldo ramplón y mirando hacia otro lado ante los gastos y necesidades que tiene una princesa. Buena parte del asunto Urdangarín ha sido soslayada, no sé bajo qué acuerdo económico, porque Iñaki no ha querido hacer sangre a la monarquía, pero estoy convencida de que partió del rey, acostumbrado ya a estas técnicas sablistas, el lanzar a su yerno, de plaza en plaza, a mendicar en las corruptas autonomías. ‘Tú no te preocupes, Iñaki, que yo voy delante de ti llamando para que se te reciba y sacáis para unos cuantos palacetes’. Juan Carlos ha llevado a la ruina a su propia familia. Los ha llevado al exilio; los ha sometido al oprobio, mientras su adorada Corinna se pasea por Niza y Montecarlo, rodeada de lujo. Es injusto que un padre no sepa estar a la altura de las circunstancias, por poco que le gustara el matrimonio de Cristina con Iñaki, un jugador de balonmano.

Juan Carlos, de hecho, no ha estado a la altura de las circunstancias ni como rey, ni como padre, y menos como esposo. Ha traicionado a su propio linaje. Con semejantes jefes de Estado sólo me viene a la mene una frase, que se pronuncia en mi familia desde muchas generaciones: ¡Viva la República!

http://ramblalibre.com/2016/07/07/el-dia-d-de-la-corrupcion-a-gran-escala-de-juan-carlos-de-borbon/

El deterioro alcanza ya a la monarquía

 

NO TE LO PIERDAS:   La maldición del 11 M, inexorable: Sólo quedan tres, boqueando