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Losantos: El bufón cuco

Redacción




César Vidal y Federico Jiménez Losantos, tándem roto. / Foto: commons.wikimedia.com.
César Vidal y Federico Jiménez Losantos, tándem roto. / Foto: commons.wikimedia.com.

Enrique de Diego

Sí, en los lacayos cortesanos, Losantos ocupa la función del bufón: se le permite decir algunas verdades, de tanto en tanto, siempre que no haga daño y sirva para mantener entretenido al personal. Algunos dicen que Losantos es crítico con el PP, y ahora que se le va cortando el alpiste, es probable que se torne independientemente alocado. En realidad, lo que ha hecho siempre Federico es participar en las luchas internas del PP, alinearse con una de sus facciones, la aznarista-esperancista, pegado como una lapa a las ubres de la madre nutricia de todos los corruptos, Esperanza Aguirre.

La salida de César Vidal fue la descapitalización humana de Libertad Digital

El 12 de junio de 2013, César Vidal abandonó los micrófonos y los cargos en Libertad Digital. Fue una sorpresa pues sólo muy pocos conocíamos las desavenencias de un tándem que parecía irrompible. Y hay que recordar que a César Vidal se le ofreció seguir en la COPE, cuando no se renovó el contrato a Federico y le siguió por lealtad y se pagó mal. 

La salida de César Vidal de Libertad Digital era la gran descapitalización humana de la empresa. Toda la gente de peso y nivel que se ha acercado a Federico, que ha colaborado con él, ha terminado abandonándole o siendo expulsado. Siguen sin dar explicaciones de la fulminación del leal y eficiente Javier Rubio. El 17 de junio de 2014, César Vidal vendió sus acciones –y es una lección o aviso a navegantes para este posible timo en marcha de la segunda ampliación de capitales- por un precio mucho más bajo: “pierdo dinero, pero como lo daba todo por perdido, bienvenido sea”, declaró. Antes había dicho, y puede aproximarse a la realidad, que el valor de la acción era cero. El que invierta, ya sabe a lo que se arriesga: lo perderá todo.

En uno de sus insustanciales libros, me ha dedicado un capítulo para decir que soy un don nadie, irrelevante. No hay que gastar tanta tinta para concluir eso. Y tampoco quiero cometer el mismo error. Así que éste es el final de esta serie sobre el pequeño hombre que se creyó Napoleón. Hecho la vista atrás y veo que aquellos jóvenes de Albarracín se han hecho con el decrépito poder del chiringuito de Libertad Digital. Duras las acusaciones de mediocridad de César Vidal, una cabeza señera, en cualquier caso, hacia los intrigantes Dieter Brandau y Javier Somalo.

Ya de despedida de la serie, si pidiera roraltyes sería el Donald Trump español. Deberían pagarme:

1.- Pablo Iglesias y los de Podemos que han hecho todo el recorrido con el concepto casta y todo lo que implica que acuñé en mi libro “Casta parasitaria” (2008) y como subtítulo, también puedo cobrar de eso, “la transición como desastre nacional”.

2.- Albert Rivera y los de Ciudadanos que no hacen más que mencionar la palabra “regeneración”, que también lo acuñé y lo di de alta como partido y nos presentamos al Ayuntamiento de Madrid.

Con eso ya tendría para retirarme, ahora que Rajoy nos está dejando sin pensiones, pero me lo paso demasiado bien con Rambla Libre -sube a velocidad de vértigo en usuarios únicos- y queda mucho por hacer.

Siempre noté que Losantos chupaba de mis ideas y eso que se ha quejado de que escribía mucho. También debería cobrarle. De eso tan deleznable de chupar de las ideas de los demás, que aquí es norma, se pavoneó en mi propia cara y otro, a mis espaldas. También debería cobrarles por derechos de autor:

3.- A la cara me lo dijo, con una sonrisa de oreja a oreja, el impresentable de Alejo Vidal-Quadras: ‘el discurso triunfador, Enrique, es el tuyo de las clases medias’. Elíptico pero muy claro quedaba: te lo vamos a quitar. Así que deberían pagarme los de Vox, pero esos ya tienen bastante con pagarle el sueldo de 3.500 euros al ‘regenerador’ Santiago Abascal.

4.- A mis espaldas, lo dijo Juan Carlos Girauta, ese intelectual sin ideas que ha dado más vueltas que una peonza. Había tenido yo una cena en el Círculo Ecuestre de Barcelona y cuando me retiré, Girauta se pavoneó ante las chicas de la concurrencia de que Federico Jiménez Losantos les había reunido y les había dicho que “el discurso que iba a funcionar era el de las clases medias (me remito a mi libro “El manifiesto de las clases medias”, que iremos publicando en Rambla Libre) de Enrique de Diego y hay que quitárselo”. Es decir, que a Losantos no se le puedo cobrar porque está más tieso que la mojama –por eso hace ampliación de capitales- y, como se ve, además de bufón, es cuco, le va la piratería y es del top manta, como a Girauta.

En resumen, pongo fin a la serie –reconozco que a mí me ha venido muy bien- porque Losantos no es todavía irrelevante pero va camino de serlo (un personaje que sale en la lista de Bárcenas está de más en la vida pública y lo mejor que haría es estar calladito), recomendando vivamente no acudir ni invertir en esa ampliación de capitales que atufa a, coloquialmente, estafa.