Enrique de Diego
El bloqueo del sistema –con repetición de elecciones, falsamente presentada como segunda vuelta- está empezando a deteriorar la imagen de monarquía, cuya función arbitral resulta difícil de definir, pero que siempre hasta ahora se había identificado con el concepto neutralidad.
¿Qué debe hacer Felipe de Borbón? ¿Simplemente recibir a los líderes políticos y escuchar? Hay voces significativas que piden que se implique e incluso le dan consejos. Albert Rivera considera que debe decirle a Pedro Sánchez que se abstenga para propiciar la investidura de Rajoy. Es la reclamación de que ejerza presión. ¿Corresponde a la función arbitral constitucional implicarse hasta impartir ese tipo de consignas? Para Pablo Iglesias está claro que no. «Sería muy grave que el Rey diera un nombre al que debamos apoyar», ha declarado a TVE, señalando que cree que este extremo no llegará a producirse porque es un hombre «con sentido de Estado». Esto último es una ironía o una perogrullada, porque Felipe de Borbón vive del Estado desde que nació.
La polémica está servida. Según fuentes solventes, el “borboneo”, la implicación del monarca en el debate político, se está produciendo de manera indirecta a través de las tomas de postura de Felipe González, que incluso ha impulsado un manifiesto de exministros socialistas pidiendo la abstención de Pedro Sánchez y el PSOE, quizá sin tener en cuenta de que no es sólo cuestión de abstención sino de gobernabilidad.
Albert Rivera pide una intervención directa del monarca
Con pánico al descrédito de la celebración de unas terceras elecciones, con las extrañas maniobras de Moncloa con los separatistas, mediante pactos ocultos, sin luz y taquígrafos, Albert Rivera ha ido lejos pidiendo una intervención directa del monarca. En declaraciones a El País, Rivera ha afirmado que pedirá a Felipe de Borbón que “nos ayude a convencer al PSOE y al PP de que dejen de darse la espalda. Que convenza al señor Sánchez de que tendrá que abstenerse para que esto se ponga en marcha porque si no iremos a otras elecciones, y al señor Rajoy de que las presidencias no te caen del cielo, que hay que ir a buscarlas, negociar, proponer. PP y PSOE están bloqueando la legislatura”.
Esta angustiosa petición, que en el caso del PSOE es concreta, abstención, y en el PP y Rajoy, genérica, se sale del marco constitucional y traslada a Felipe de Borbón una responsabilidad que no le corresponde. “Le voy a transmitir al Rey nuestra voluntad de colaborar en los temas importantes de país y que nos ayude a convencer a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy de que no pueden estar dándose la espalda permanentemente”.
Rivera añade que el monarca tuvo “un papel muy difícil” tras el 20 D. Porque “Rajoy se lo puso muy difícil”. Rajoy se preservó para evitar desgaste personal, pero, con su inmovilismo, se lo ha trasladado al conjunto del sistema y ahora ya al monarca. “Espero que Rajoy no vuelva a hacer lo mismo. Si alguien quiere ser presidente, tienes que decirle sí al rey. Ya le dijo no la otra vez. Por el bien de España, tiene que ir a la investidura. No puedes por un lado decir que es urgente aprobar el techo de gasto, o los presupuestos, y por otro que no es urgente presentarse la investidura y que empiece a contar el plazo. Si Rajoy no va a la investidura, tendremos un problema en España y un señor que no quiere ser presidente”.
Para Pablo Iglesias, el monarca ni puede ni debe decir a quien hay que votar; ni puede, por tanto, hacer lo que le pide Albert Rivera de presionar a Pedro Sánchez para que se abstenga y considera muy grave que algo así se produjera. Pablo Iglesias destaca que Podemos “somos la única fuerza que tiene claro su papel de oposición”, al tiempo que indica que ve “prácticamente imposible un Gobierno alternativo al de Rajoy”, y así se lo hará saber al rey. Pero es no cierto, matemáticamente, son posibles las fórmulas de PSOE, Podemos y separatistas y, más aún, la de PSOE, Podemos y Ciudadanos. El respeto a la lista más votada no existe en un sistema parlamentario, donde hay que conseguir una mayoría estable en la Cámara.
Hay tanta tensión en la casa política que se empieza a propugnar que el monarca se salga de los límites constitucionales de su función.