Virginia Montes
El miedo se extiende por la oposición, los sectores laicos y, sobre todo, la población kurda. Erdogan ha decretado, mediante el artículo 120 de la Constitución, el estado de emergencia durante tres meses, lo que le permite restringir los derechos personales y la libertad de movimiento de las personas.
El estado de emergencia permite limitar los horarios de permanencia en espacios públicos, prohibir las concentraciones, extender poderes a las fuerzas de seguridad sobre los registros a personas y vehículos, censurar información y exhibiciones e incluso suspender contratos laborales.
La población kurda sufrió el estado de emergencia entre 1987 y 2002, quince años en los que se produjeron numerosas desapariciones.
Hay que asumir, y las naciones occidentales, no lo están haciendo que Erdogan está practicando una purga de los sectores moderados, laicos y demócratas, descabezándolos, y que su objetivo es, aprovechar la intentona, a la que calificó de “bendición de Alá”, para islamizar irreversiblemente a Turquía. El número de detenidos ya supera los 11.000.