AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Pucherazo: La proeza de Pablo Iglesias

Redacción




Pablo Iglesias, si tuviera una idea de España sería un héroe nacional. /Foto. RTVE.es
Pablo Iglesias, si tuviera una idea de España sería un héroe nacional. /Foto. RTVE.es

Enrique de Diego

Pablo Iglesias, hace tres años un ignoto profesor de la Facultad de Políticas de la Complutense, que hacía pinitos televisivos en una televisión local, ha conseguido cuartear el sistema y poner nerviosa a una casta de privilegiados que lleva haciendo cuarenta años un paseo militar por la piel de toro. Es mérito personal suyo y en RL nos gusta reconocer el mérito allá donde se encuentre.

Cierto, que el mar de fondo venía del 15 M y de fuertes corrientes existentes en la sociedad española: jóvenes universitarios y no sin presente y sin expectativas de futuro, estafados de las preferentes, parados de larga duración, desahuciados por una banca a la que, al tiempo, se financiaba con el dinero del contribuyente. Pero todo eso no hubiera catalizado sin el esfuerzo, la voluntad y la inteligencia táctica de Pablo Iglesias. El Podemos de Pablo Iglesias, paradójicamente, es un mentís a la teoría marxista y un canto a la individualidad, aunque, sin duda, hay un trabajo de equipo.

Las elecciones europeas, un auténtico boquete en el sistema

Pero, por ejemplo, en las elecciones europeas de 2014, la percepción única del proyecto político era Pablo Iglesias y abrió un auténtico boquete en un sistema que desde 1982 venía sesteando en el turnismo bipartidista. Ese Podemos en el que la única cara visible era Pablo Iglesias obtuvo 1.245.948 votos, el 7,97%. Una auténtica proeza y sin créditos de los bancos, financiándose con microcréditos de los militantes.

Si Pablo Iglesias tuviera una idea de España, lo propondría a héroe nacional, pero le pierde como a Podemos no sólo cierta aminadversión atávica al patriotismo, sino también una completa falta de lógica: nación plurinacional es una contradicción en los términos.

En las recientes elecciones del 26J, Unidos Podemos consiguió 5.049,734 votos, el 21,1. La última de una serie de proezas, porque el sistema de casta estaba muy blindado, con todo el poder, tanto económico como político, como también mediático, concentrado.

Iñigo Errejón ha hablado de guerra relámpago, por el vértigo de los acontecimientos en los dos últimos años, con la que se han abriendo fisuras y se ha dado dignidad y esperanza a millones de españoles vejados y con sus vidas, muchas veces, arruinadas por el mal Gobierno y la falta de piedad de la casta. En Podemos se percibe una intensa preocupación por los desheredados, por los sencillos, por los débiles, y ese “Sí se puede” es un lema de autoestima.

Bajado el diapasón en el republicanismo y la denuncia de la corrupción

Hay cuestiones en las que Podemos ha ido bajando el diapasón demasiado como en el republicanismo, que de nuevo queda como adorno para algunas ocasiones, o la denuncia y lucha contra la corrupción, materia esta última desaparecida incomprensiblemente en la campaña electoral del 26J. Y otras en las que Podemos, tan lleno de buenos sentimientos, empereoraría la suerte de los que les siguen confiadamente, porque su adoración al Estado, su falta de experiencia en la generación de riqueza y su atenazamiento en todos y cada uno de los clichés de la corrección política, le llevan a errar en las soluciones y de manera no de matiz, sino completa, aunque en Madrid, Manuela Carmena está haciendo una gestión bastante buena, con un ritmo acelerado de disminución de deuda. Pero Podemos, guste o no, para bien o para mal, es el concentrado de la dignidad que queda en la nación.

Hay una consigna muy clara de la casta a sus terminales políticos y mediáticos: Podemos, de ninguna forma, bajo ningún concepto, puede entrar en el Gobierno. Ciudadanos tiene clara esa consigna, pues creció, de alguna manera, gracias a Podemos. Todo lo que es proeza en Pablo Iglesias, quien a veces parece un personaje de la picaresca, en Albert Rivera es oportunismo. A Rivera le han llevado en volandas por los puertos de primera desde el 11 de enero de 2015, el diario El País publicó una encuesta, presuntamente amañada, en la que se decía: Ciudadanos “irrumpe con fuerza”, porque Ciudadanos no tuvo ni tiene otro sentido que frenar a Podemos y servir de escudero del PP.

A Pablo Iglesias, proeza tras proeza, inquieto por si no ha quedado fascinado por su lucidez, “acojonado”, dice, por pasar de la lucha partisana, en la que estaba entrenado, a la de ejércitos regulares, en la que está inédito y carece de experiencia, le espera una legislatura decisiva, como a todos, pues los problemas se han ido acumulando, se arrastran y van a pasar factura, como la hucha vacía de las pensiones. Renunciando a la revolución pendiente, al mantener las formas y acudir a rendir pleitesía a Zarzuela, que es entrar en la trastienda de la casta, la misión histórica que le queda a Podemos es echar, si es posible, a Mariano Rajoy y sacar a España del inmovilismo atenazante. Sería no poca proeza y es posible.

A muchos votantes de Podemos les queda la sombría duda de si no se les ha hurtado la victoria electoral con esa desaparición misteriosa de 1,1 millones de votos, entre el 20D y el 26J. Ninguna de las explicaciones resulta convincente, y no sólo es que INDRA, controlada por el PP e implicada en Púnica, nunca debió ni debe encargarse del recuento, ni tampoco sólo que todas las encuestas fallaran, incluidas las realizadas a pie de urna, una de ellas con un muestreo espectacular, sino que en el voto CERA o rogado no se produce ningún terremoto y sucede lo previsible y lógico: gana Podemos, con más holgura que el 20D, y baja el PSOE, produciéndose un claro sorpasso. Cualquier organización, máxime Podemos que es capilar, que está en la calle, detecta un terremoto de desmovilización de ese calibre ya en campaña, y no tarda veinticuatro horas en saber lo que ha pasado, porque empieza a recibir imputs de mil maneras, llamadas de arrepentidos o de indignados, comentarios en la calle. He hecho mi propia cata sociológica entre treinta votantes de Podemos el 20D, pequeños empresarios, autónomos, comerciantes, profesionales, quien podían haber sentido ese miedo a llegar demasiado lejos, al Gobierno, y todos volvieron a votar a Podemos el 26J y no sintieron ningún miedo escénico y, todos, todos, están convencidos de que ha habido un pucherazo como un capazo.

La sombra de duda del pucherazo

NO TE LO PIERDAS:   Tiempos apocalípticos: la marca de la bestia, Armagedón y la victoria final

No es una teoría de la conspiración, como espetó el ignorante ilustrado de Ignacio Escolar, porque una teoría de la conspiración se niega a contrastarse y aquí se está pidiendo precisamente contrastación. Y ese sentido change.org lleva recogidas más de trescientas mil firmas para que se haga un recuento oficial. Es probable que no se haga y sobre las elecciones del 26J quedará una espesa sombra de duda, que tendrá consecuencias y no menores.

Ese es el segundo elemento de contrastación. El poder ha de tener legitimidad de origen y de ejercicio y si ha habido pucherazo informático, que es donde se puede dar en gran escala, en la abrumadora escala de 1,1 millones de votantes de Podemos desaparecidos en combate, sin razón clara aparente, estaría dañada la legitimidad de origen. ¡Ah! Si no se entera nadie, no pasa nada. La legitimidad de origen, como la de ejercicio, no son ficciones, ni meras palabras, sino que son realidades necesarias.

Si ha habido pucherazo y 1,1 millones de personas o cifra similar no están siendo representadas, contra su voluntad, eso se irá manifestando en forma de crispación social. Ese déficit de legitimidad pesará sobre el sistema y lo desnivelará y actuará como catalizador de conflictos, como protesta en la calle. Puesto que la democracia es la eliminación de la violencia para proceder a la alternancia en el poder, un pucherazo es un acto de violencia para evitar precisamente la alternancia y genera, por ende, conflicto. Entonces, la calle tomaría el protagonismo y volvería, con más fuerza, la lucha partisana. El tiempo despejará las enervantes dudas.