Miguel Sempere
La Asociación Católica de Propagandistas –nació Asociación Católica Nacional de Propagandistas, pero repudiaron el nacional- es hoy poco conocida, aunque su importancia en el siglo XX es capital. Hoy es cada dia menos católica y la P más que de propagandistas es de pepera. La desorientación es tal que últimamente sus miembros destacan por su falta de ejemplaridad, incluso para criterios de moral natural.
Sonará más la Fundación San Pablo, que tiene 3 universidades y 9 colegios, y donde estudian 30.000 alumnos; niños ricos, con estudios de escasa exigencia y, desde luego, con escaso por no decir nulo compromiso católico. De hecho, la práctica religiosa es muy baja, a pesar de que el carisma de la ACP, mediante minorías selectas, son unos trescientos miembros, es la propagación de la fe y el apostolado. Resulta difícil identificar al CEU o a la Abat Oliva con la propagación de la fe y el apostolado, y no con un mero negocio educativo para las tibias clases altas. La clave única son los resultados económicos, porque la Fundación San Pablo es una oficina de colocación para los propagandistas.
Aunque su actual presidente, Carlos Romero, parece haber hecho esfuerzos por recuperar la espiritualidad de su fundador, el jesuita Ángel Ayala, y su primer presidente e impulsor, el cardenal Ángel Herrera Oria, lo cierto es que los propagandistas no han destacado, en los últimos tiempos, por su ejemplaridad, sino por su codicia y por utilizar a la Asociación para su medro personal. Una vergüenza al lado del beato Luis Belda, casado con Josefina Alberti, la hermana del poeta Rafael Alberti.
Uno de los propagandistas más destacados actualmente es el director de La Razón, Francisco Marhuenda, pero su compromiso más claro es el pepero y no el católico, salvo que se entienda por católico pedir el voto para el PP para que no lleguen al poder los “asalta capillas”. ¿Ese es el apostolado actual? ¿Es el PP un partido católico?
Ha habido implicaciones directas institucionales en la corrupción del PP, como la presencia del CEU y el anterior presidente Alfredo Dagnino en la trama televisiva montada por Esteban González Pons, Tele 7, con el empresario de Ponferrada, José Luis Ulibarri, al que se concedían obras públicas a cambio, y que está imputado en el caso Gürtel.
O la recepción de prebendas como el edificio de los antiguos Juzgados de Elche entregado gratuitamente por la anterior alcaldesa pepera, Mercedes Alonso, cuyos hijos cursas estudios en el CEU. Por cierto, que al lado justo de la sede del CEU de Elche, dirigido por Francisco Sánchez, hay una pequeña capilla de gran devoción en la ciudad, El Cristo de Zalamea, donde nunca se ve, ni por casualidad, a ningún alumno del CEU, ni tampoco a ningún profesor, ni al director. Sólo cuentan los datos económicos, eso de la propagación de la fe y el apostolado ha degenerado en una excusa.