Enrique de Diego
El viernes pasado me personé en el Palacio de Justicia de Elche y fui a Decanato, a fin de indagar por el paradero de las denuncias que presenté ante el Juzgado de Guardia el 26 de abril de 2016 –correspondía el turno al Juzgado de Instrucción número 4- . Eran, más o menos, las 12 h., y me atendió una funcionaria con cara de desganada. Parecía difícil que entendiera mi pregunta sobre el iter jurídico de mis denuncias contra José Bono Martínez, por su cuenta corriente en Las Bahamas, y contra Mariano Rajoy Brey, por su patrimonio oculto en Abanilla (Murcia). Tuve que reiterarlo varias veces, mientras la funcionaria desganada tecleaba en el ordenador y calificaba mi demanda: “Surrealista”. Surrealista es el Decanato de los Juzgados de Elche, surrealista es la Justicia española que mira para otro lado ante la corrupción de los poderosos, surrealista es que la Justicia dependa del Poder político, surrealista que la Justicia sea fuerte con los débiles y débil con los fuertes y surrealista es que haya funcionarias desganadas y luego protesten por falta de medios. Total, que las denuncias no se han tramitado, que se han perdido y que he de volver a presentarlas (ya lo he hecho con una). Para una funcionaria de la Administración de Justicia del Decanato de los Juzgados de Elche, que un ciudadano denuncie presuntos delitos de los que tiene conocimiento es “surrealista”. Patético.
Y, encima, a eso hay que sumar al juez Orellana, que hace lo que le da la gana.