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Cristianofobia: razón última de que la izquierda haya adoptado a los musulmanes como exótico ‘grupo mascota’

Redacción




José María González, KIchi, celebrando el ramadán. /Foto: lavozdigital.es.
José María González, KIchi, celebrando el ramadán. /Foto: lavozdigital.es.

Luis Bru

Socialistas y comunistas –y a su rebufo, también los conservadores y los liberales- han elegido a los musulmanes como su ‘grupo mascota’, al que todo se le concede, todo se le disculpa y todo se le oculta mediante el camuflaje semántico de lo ‘islámicamente correcto’. ¿Por qué?

Cuando el ayatolá Jomeini tomó el poder, una de sus primeras medidas fue ejecutar a los dirigentes socialistas (400) y a los comunistas (300). A estos, les hizo comparecer antes en la televisión renunciando a sus errores y proclamando la superioridad del islam. A pesar de que socialistas y comunistas, agnósticos y ateos, serían los primeros ejecutados en una sociedad mayoritariamente islámica, y mucho antes que ellos y con mayor ferocidad los homosexuales, los miembros del ‘colectivo LGTB’, la izquierda es contumaz en su cegata y suicida islamofilia. Tres son las razones:

1.- La búsqueda de un grupo dependiente como caladero de votos

El 10 de enero de 2010, el periódico Daily Mail publicó documentos secretos del Partido Laborista en los que se propugnaba una completa apertura de fronteras a la inmigración y se mostraba como esa formación había propiciado la islamización de Inglaterra. Esos documentos indicaban, en la jerigonza socialista, que “en la práctica los controles de entrada contribuyen a la exclusión social” y se indicaba que “la presión de la inmigración se incrementará por los cambios demográficos en toda Europa, pero esto no debe verse como algo negativo”. Se trataba, como expresó Andrew Neather, asesor y autor de discursos de Tony Blair, de “restregarle por las narices a la derecha la diversidad y dejar sus argumentos anticuados”. Ante la desaparición del proletario y de las bases sociales de la izquierda, se trataba de generar un grupo dependiente que fuera un caladero de votos y que, al tiempo, mediante el multiculturalismo, destruyera las bases identitarias de Inglaterra y permitiera al laborismo gestionar la multidiversidad, administrar el conflicto.

2.- La búsqueda de un grupo dependiente para sostener la trama de los servicios sociales.

Aunque esta cuestión que merece un análisis más detenido y prolijo, con la depresión demográfica de Europa la trama de los servicios sociales corrían el riesgo de frenar su expansión burocrática y resultar inservibles. Muchos puestos de trabajo, frecuentemente relacionados con la oficina de colocación de los partidos. Se hicieron evaluaciones de las aulas que deberían ser cerradas por el descenso demográfico. Así que, sin relacionar inmigración con mercado de trabajo, no podía hacerse en tiempos de incremento del paro, se buscó un grupo mascota, parasitario, dependiente de los servicios sociales y de alta demografía: los musulmanes. Hay que recordar que la oleada invasiva de musulmanes, llamados en los medios ‘refugiados’, fue el efecto de un documento de los Servicios Sociales alemanes en el que se indicaba que no se devolvería al país de entrada –como marca la Ley- a ningún inmigrante que hubiera llegado a Alemania, que se acogería a todos, en resumen.

3.- Lo que une, de manera telúrica, a socialistas y comunistas con musulmanes es su cristianofobia

Destruir la identidad de Inglaterra para que el discurso tory fuera ininteligible, como pretendieron los laboristas, pasaba por destruir las bases cristianas y sus tradiciones. Es la cristianofobia común la razón última de que los musulmanes sean el ‘grupo mascota’ de la izquierda. En España se les ha utilizado como un extraño y herrumbroso ariete de la laicidad: rechazando cualquier tradición católica o cualquier manifestación pública de cristianismo porque eso podía ofender a los musulmanes.

Lo terrible de este despiste histórico, de este suicidio colectivo sino hay un rearme moral e identitario urgente de España y de Europa, es que el islamismo es una teocracia, que propugna un confesionalismo totalitario, con unión completa de religión y política, y con imposición de la sharia, la ley islámica, en la que el único papel reservado a socialistas y comunistas –y conservadores y liberales- por sus mascotas es el de la víctima del verdugo tras la oración de los viernes.