Miguel Sempere
Efecto demoledor de las revelaciones del sumario sobre la trama de mafia político-policial con favores sexuales. El presidente del PP de Palma, José María Rodríguez, así como Álvaro Gijón y Sandra Fernández, ambos nombrados por el primero, han presentado la dimisión de sus cargos en el partido tras el levantamiento del secreto sumarial. El PP nombrará una gestora.
Habíamos escuchado escenas delirantes, y de dudoso gusto, como lo narrado por Luis Bárcenas de que, a veces, llevaba a Rajoy los sobres en negro al Ministerio dentro de una caja de puros habanos, pero lo del PP de Palma, según el relato judicial, supera todas las marcas: orgías para una veintena de políticos, viejos de 60 y 70 años, en las que se repartían públicamente los sobres, mientras corrían los licores fuertes y se obtenían cualquier tipo de favores sexuales gratis.
El juez señala a José María Rodriguez como el jefe de la trama, que tendría dos derivaciones. Por un lado, la creación de una mafia policial –donde están involucrados dieciséis policías- para investigar y extorsionar a adversarios políticos y, por otra, el uso y disfrute de un club de alterne de s’Arenal, Table Dance, fuera del horario habitual. José María Rodríguez insiste en su inocencia, declara que “nunca a lo largo de mi vida he solicitado ningún favor sexual”, que no es delito hablar con los policías involucrados, que se siente indefenso y que está a disposición de la Justicia. En el PP filtran que estarían encantados de que dimitiera para nombrar una gestora.
Según el Diario de Mallorca, testigos presenciales le sitúan en el escenario de las orgías, que tenían un doble sentido sexual y económico. El relato de los informes policiales señala a un antiguo funcionario del Ayuntamiento de Palma, Pedro S. G., como responsable de organizar las fiestas con cargos públicos. Se trataba de un amigo del empresario Miguel P. B., dueño del Club, y uno de los responsables del área de Urbanismo de Cort. Está acusado del delito de cohecho. Acudía a diario al club de alterne, según las declarantes, y realizaba regalos a las prostitutas.
El jefe de la Patrulla Verde, un fijo
Otro de los habituales del local Table Dance era Bartolomé C. A., exjefe de la Patrulla Verde de Palma. En caso de requerirle, los agentes de la unidad que han declarado en la causa sabían que podían encontrarle en el interior del club de alterne. La Patrulla Verde habría sido el núcleo en el que habría puesto su mirada José María Rodríguez para organizar la mafia policial.
Una estructura mafiosa que partía de la Delegación de Gobierno, pero en la que también estaba implicado de hoz y coz el Ayuntamiento de Palma. Durante las visitas de altos cargos –entre los que citan, sin nombres, a «alcaldes de Mallorca, jefes de policía y políticos viejos de más de 60 o 70 años»–, nadie pagaba las consumiciones ni los servicios sexuales. «Las chicas cobraban directamente de Miguel P. B. y los clientes aludidos [políticos y agentes] no pagaban nada, ya que eran invitados», explican las testigos del caso.
Uno de los momentos culminantes era el reparto entre los políticos achispados, andando a trompicones por el local, de los sobres con sus correspondientes mordidas. La situación era todavía más ventajosa para los cargos públicos, que, además de no pagar, recibían dinero: «Todas las chicas del club sabían que se entregaban sobres a políticos, policías locales y guardias civiles». En esas fiestas participaban hasta veinte personas de relevancia pública. No figuran los nombres de los asistentes.
El Table Dance, un club de alterne de s’Arenal de un importante empresario del ocio nocturno, modificaba las horas de apertura para dar la bienvenida en exclusiva a cargos públicos. Así lo relata una de las testigos protegidas en el sumario judicial de la corrupción en la Policía Local de Palma.
La trabajadora sexual explicó a los investigadores que «el horario habitual del club es abrir a las 21 horas, pero para los políticos invitados abrían a las 17 horas». Durante ese tiempo en que el local solo estaba disponible para cargos públicos, las mujeres debían prestarse a mantener relaciones sexuales sin quejarse con el pretexto de que «tenían una fiesta» para los políticos y «no se podía decir que no». Miguel P. B. –el dueño «en la sombra» del Table Dance y de muchos otros locales de la Platja de Palma– es la persona que está, según los investigadores, en la cúspide de un entramado empresarial dedicado a delinquir y corromper a funcionarios.Una de las mujeres que estaba obligada a ir a las fiestas trabajaba en el Table Dance cuando todavía tenía 17 años.
Otra de las instrucciones que tenían los encargados del establecimiento era «que, cuando hubiese problemas, se avisase al Cuerpo Nacional de Policía, pero si tenían que tapar algo había que avisar a la Policía Local de Palma».
Según Diario de Mallorca, Un comisario de la Policía Local de Palma –uno de los mandos con mayor rango en el cuerpo municipal– afirmó al juez que «el Partido Popular fue creando un grupo de afines para conseguir dar puestos de consideración en la cúpula policial, previendo que no siempre estarían en el poder».
La declaración de este alto cargo policial es una más de las que sitúan a varios cargos del PP de Palma como responsables de urdir un plan para controlar la Policía Local aunque la formación perdiera las elecciones y pasara a la oposición.
El comisario señala al regidor Álvaro Gijón y el presidente del PP de Palma, José María Rodríguez, como las personas que podrían estar dando órdenes directas a los agentes afines. Ninguno de los dos políticos está imputado. El plan, según los investigadores, comenzó a urdirse en una reunión celebrada el 8 de marzo de 2011, casi tres meses antes de ganar las elecciones. Según un asistente a la reunión, a esos encuentros asistió el futuro alcalde de Palma, Mateo Isern, acompañado por Gijón y Rodríguez. El encuentro entre políticos del PP y policías locales tuvo lugar en un bar propiedad de uno de los agentes imputados en la causa.
Fue entonces cuando los máximos responsables del PP de Palma comenzaron a organizar el futuro organigrama de la Policía Local. El testigo, que entonces era representante sindical, explica que un día le llamó Álvaro Gijón para preguntarle a quién aceptaría como jefe del cuerpo municipal. El sindicalista mencionó a Rafael Estarellas, pero Gijón le respondió que «ya se lo habían propuesto y no quería ser el jefe». Entonces el político popular sacó a colación el nombre del que finalmente iba a ser el jefe de la Policía Local de Palma entre 2011 y 2013: Antonio Vera.