Virginia Montes
Lección democrática en Austria: tendrá que repetirse las elecciones presidenciales. Esa es la decisión del Tribunal Constitucional. El 22 de mayo, el candidato identitario del FPÖ, Norbert Hofer ganó en el escrutinio directo de las urnas pero perdió (49,7%) en el recuento de los votos por correo frente al aspirante del Partido Verde apoyado por los partidos tradicionales, Alexander Van der Bellen (50,35%). Hubo irregularidades precisamente en el recuento del voto por correo que invalidan el resultado.
Se trata de una fuerte victoria moral de Norbert Hofer y del FPÖ de Heinz Christien Strache que impugnaron las elecciones y deja fuera de juego la credibilidad del Gobierno, que se posicionó contra su candidatura y no fue escrupuloso en velar por la limpieza de las elecciones.
Se trata, además, de un nuevo disgusto, tras el Brexit, para la Unión Europea que vio con mucha preocupación el ascenso a la jefatura del Estado a un euroescéptico, absolutamente a las políticas de acogida de refugiados impulsadas desde Bruselas y de islamización de Austria.
El Gobierno deberá fijar en los próximos días la fecha de las nuevas elecciones, que previsiblemente tendrán lugar en otoño, en un clima todavía más favorable a las tesis de Norbert Hofer que fue votado por el 86% de los trabajadores austriacos y ganó en toda Austria, menos en Viena.
Las nuevas elecciones se producirán, probablemente en otoño (el Gobierno deberá fijar una fecha en los próximos días), en un escenario europeo sacudido por el Brexit, lo que dará alas al discurso antieuropeo del FPÖ. Los líderes de la extrema derecha europea, entre ellos la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, se reunieron en Viena poco antes del referéndum británico para animar a los partidarios de abandonar la UE.
Hofer ha sido el primero de los dos candidatos a la presidencia en reaccionar a la decisión del tribunal y ha sostenido que «es un hecho que hubo espacio para manipulaciones». Van der Bellen ha pedido «respeto» a la decisión de los jueces y ha destacado que no hubo manipulación del resultado.
El FPÖ impugnó a principios de junio el resultado electoral, que lo dejó a solo 30.863 votos de ocupar la presidencia en la elección más reñida de la historia de Austria. Los magistrados han escuchado a lo largo de cinco días a casi 90 testigos de los colegios electorales denunciados, de cuyo relato se deduce una infinidad de incumplimientos administrativos de la normativa, con recuentos de funcionarios en ausencia de los responsables de las mesas, apertura de sobres antes de tiempo y actas firmadas sin revisión. La violación de las garantías del recuento, siempre y cuando pudieran incidir en el resultado final, bastaba para anular los comicios, como así ha lo ha decidido el Tribunal Constitucional austriaco.
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