Miguel Sempere
Sofía, la hija menor de José Bono, estudia en el exclusivo colegio Brillantmont School, de Lausane (Suiza), por lo que paga 70.000 euros el curso. Un nivel que sólo pueden permitirse los padres multimillonarios de 150 selectas adolescentes de todo el mundo.
Grandes empresarios, directivos de multinacionales, jeques del petróleo y el magnate manchego que ha hecho su fortuna con la política.
Sofía, la alumna de Brillantmont School, es propietaria, desde el 12 de junio de 2012, a los 12 años, de un ático, de 1,6 millones de euros, en la C/ Velázquez, a menos de 100 metros del Retiro, con vistas al Parque. El ático precisó de importantes reformas y no se reparó en gastos, hasta el punto de que José Bono se dirigió por carta a los vecinos, para pedirles disculpas por los inconvenientes de las obras.
La habitación de la alumna de Brillantmont en el chalet familiar de Olías del Rey fue decorada y amueblada como un regalo del constructor Rafael Santamaría, de Reyal Urbis, que terminaría entrando en concurso de acreedores, pero que pretendió dar el gran pelotazo con la llamada Ciudad del AVE, en Valdeluz, 10.000 viviendas, junto a la parada del AVE.
No fue ese el único detalle de generosidad de Rafael Santamaría con la famiglia Bono. También le regaló al hijo de José Bono, jinete, dos caballos por valor de 200.000 euros; uno de ellos, Farceur du Haul, un pura sangre de competición, para cuya adquisición –según El Confidencial– Bono entregó a un amigo intermediario 100.000 euros en fajos de billetes de 500 euros, envueltos en papel de periódico.
Operarios de Reyal Urbis, que se hospedaban en el Hotel Beatriz de Atocha, llevaron a cabo las obras de remodelación de otra de las adquisiciones inmobiliarias de José Bono: una vivienda en la C/ San Justo, 1, en el Madrid de los Austrias, junto a la Plaza Mayor, y frente a la Basílica Pontifica de San Miguel. Adquirida por 1 millón de euros, aunque el precio de venta era de 1,6 millones de euros. Un regalo para su hijo.
También para el hijo, casado con una hija del cantante Raphael, Bono adquirió por 300.000 euros un chalet de 254 m2 construidos en parcela de 424 m2, a través de la mercantil Attack, en El Vergel de Bargas.
Bono es también propietario de dos áticos de lujo en Estepona, fruto de una altamente ventajosa permuta con Rafael Santamaría a cambio de un piso de mucho menor valor en el barrio madrileño de Mirasierra.
A todo ello hay que sumar el chalet familiar de 400 m2 construidos en Olías del Rey, en la que se acumulan también los regalos de amigos constructores, no sólo la habitación de la alumna de Brillantmont, también la piscina.
La joya de la corona de la famiglia Bono es Hípica Almenara, una finca de 170.000 metros cuadrados, con 18.000 construidos, con las mejores condiciones, en materiales, picadero y cuadras para la práctica de la hípica. Todo es bastante curioso en el universo Bono, como que Hípica Almenara pague un IBI de amigos: 382 euros. El lector puede mirar su recibo del IBI y comparar. Los vecinos de la Hípica lo han hecho y pagan un IBI 22 veces mayor, pues el valor catastral de Hípica Almenara es de 208.100 por el suelo y 0 por la construcción: ¡18.000 metros cuadrados! Menguado IBI, desde luego, para una Hípica que, en fuentes contrastadas del sector, está valorada en más de 7 millones de euros.
Generosos patrocinadores publicitarios que pagan obras
Las obras de ampliación y mejora realizadas en 2004 por Onde 2000, empresa de Francisco Hernando, El Pocero, constructor de su polémico sueño en Seseña, por valor de 600.000 euros fueron pagadas por clientes publicitarios, que tuvieron un inusitado interés por anunciarse en la Hípica y que hicieron sus pagos al constructor. La contribución más generosa fue la de Porcelanosa, 284.000 euros, que incluía una torre publicitaria de 17 metros de altura en medio de un secarral. Seguros Pelayo contribuyó con 30.000 euros y Hotel Beatriz con 90.000 euros. Los anunciantes en la Hípica son, por lo demás, lo más rutilante de la Banca y el Ibex 35: Santander, Coca-Cola, Endesa, Iberdrola…que acaba de fichar, vaya por Dios, a la hija mayor de Bono, una abogada novel, para su Departamento de Asuntos Jurídicos.
Todo este ingente patrimonio inmobiliario, que nadie podría sacar del sueldo de político (presidente de Castilla-La Mancha, ministro de Defensa, presidente del Congreso) corre paralelo a las grandes operaciones de la burbuja inmobiliaria por constructores amigos de José Bono: el Pau de Illescas, el Pau de las Montanillas, en Carranque, la mencionada Ciudad del AVE en Valdeluz, el Pau del Quiñón en Seseña. Y también de las ITV castellano-manchegas, del saqueo inmisericorde de Caja Castilla-La Mancha y del aeropuerto de Ciudad Real, una ruina para el contribuyente, pero una sustanciosa gloria para todas las empresas que lo construyeron y para los empresarios que dieron lustre al Consejo de Administración y se llevaron en la faltriquera abultados sueldos y dietas.
Con un patrimonio inmobiliario visible superior a 11 millones de euros bien puede permitirse José Bono dar educación, a 70.000 euros el curso, a su hija Sofía. Aunque la forma de ir acumulando patrimonio inmobiliario –y no sólo el detalle de los fajos de 500 para comprar el caballo francés- sugieren el afloramiento de dinero negro, la punta del iceberg de una fortuna aún mucho mayor, abrumadora.