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Orlando: Así funciona la manipulación

Redacción




Ignacio Escolar, un consumado manipulador. /Foto: tribunainterpretativa.com
Ignacio Escolar, un consumado manipulador. /Foto: tribunainterpretativa.com

Luis Bru

El pasado 13 de junio, un “tarado”, como lo ha calificado Donald Trump, irrumpió a tiros en un Club gay de Orlando, matando a 50 personas e hiriendo a otras 53. Ese “tarado” era musulmán y en cuanto tal cometió la masacre. Había que ocultarlo. Así funciona la manipulación mediática.

Lo “islámicamente correcto” funciona como una exculpación de los horrendos crímenes de odio de sus adeptos. Se entrevista al imam o se hace una encuesta de calle en un barrio musulmán y alguien dice las consignas establecidas: “el islam es la paz”. Luego, todos los medios, al unísono, usan algunas palabras mantra. En la masacre de París, la palabra mantra que todos utilizaron es que no se podía “estigmatizar” a la comunidad musulmana.

Todo un reto para los manipuladores al ser las víctimas gays

La masacre de Orlando resultaba todo un reto para los medios, especialmente los de izquierdas, pues las víctimas eran gays. Lo islámicamente correcto se encontraba en un atolladero. La primera manipulación fue intentar ocultar la condición musulmana del asesino y negar cualquier motivación religiosa (el islam, por cierto, no distingue entre religión y política). Así, se ocultó el primer apellido Seddique, para citar siempre al asesino como Omar Mateen.

Es fundamenal, a lo que se ve, evitar citar palabras como musulmán, islámico, árabe, afgano. Debe hacer algún estudio de que si una mente no recibe un cierto número de impactos de un término no lo recicla, porque si no se entiende esos afanes ocultatorios.

Dando crédito al «tarado» del padre del asesino

Luego, se dio crédito al padre del asesino, cuyas declaraciones fueron repetidas hasta la saciedad: el crimen “nada tiene que ver con la religión”, mi hijo “se ofendió hace unas semanas porque vio a dos homosexuales besándose”. Ya había una base para situar la matanza de Orlanda como “homófoba” a secas. El padre es un personaje patibulario, un prointegrista, que había tenido intervenciones en una televisión local de Los Ángeles, elogiando a los talibanes, “nuestros hermanos”, y presentándose ora como candidato a la presidencia de Afganistán ora como presidente de esa doliente nación; un “tarado”, parafraseando a Trump, al que, sin embargo, se le dio crédito.

Todo esto cuando Omar había llamado al teléfono de emergencias, 911, para decir que había jurado fidelidad al Estado Islámico y había entrado en el Club gritando “Alá es grande”. Pero la manipulación es irresistible al desaliento y ha corroído el alma de periodistas que se presentan como independientes.

Exclusivamente una matanza homófoba

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De esa manera, la masacre de Orlando pasó a ser, exclusivamente, una “matanza homófoba”, que lo mismo podía haber sido realizada por un supremacista blanco, que por un heterosexual intolerante. De hecho, un marciano que leyera El Diario.es, de Ignacio Escolar, y Publico, de Jaume Roures, tendría muchos problemas para aclararse respecto a lo ocurrido y no podría decir mucho más que lo de “matanza homófoba”.

Así eldiario.es tituló el 13 de junio: “Un hombre mata a 50 personas con un fusil de asalto en un club gay de Orlando”. Operación de camuflaje plusquamperfecta: fusil de asalto-debate sobre la posesión de armas y club gay-homofobia, mientras el asesino es simplemente “un hombre”. Otro titular manipulador, en el medio dirigido por Ignacio Escolar: “El asesino de Orlando, un ‘lobo solitario’ conocido por el FBI”; es decir, un tiroteo más en Estados Unidos.

En el texto se sigue por la misma línea sutilmente manipuladora: “el responsable de la Policía dice que la investigación apunta a un crimen de odio homófobo”. Declaraciones de la exesposa: el asesino era un “hombre violento”, “no era una persona estable”, “llegaba a casa y empezaba a pegarme porque la lavadora no había terminado o cualquier cosa como esa”. Violencia de género, sin ninguna referencia o análisis respecto al mando coránico de pegar a la esposa si “se teme de ella la desobediencia”.

El titular de Público es, igualmente, intencionadamente confuso: “Cincuenta muertos en un ataque a un club gay de Orlando, la peor matanza en Estados Unidos desde el 11-S”. Nunca sale la palabra musulmán, a pesar de haber sido ya reivindicada la masacre por ISIS. Y el perfil del asesino: “Omar Mateen, un asesino homófobo y mentalmente inestable”. Es decir, se trata de “homofobía” y de “matanza homófoba”, y nada más. Aunque el Estado Islámico haya tirado desde azoteas a decenas de homosexuales o de que en Irán se les cuelgue de una grúa o de que en Arabia Saudí los ejecute, a espada, el verdugo, el islamismo no es cuestionado, ni aunque asesine a gays en Orlando.

Por ese desquicie desarmante y suicida de la corrección política, se llega a estupideces de tarado. Quien ese día superó todos los récords de la estupidez, fue Alberto Garzón, quien ese día, en su twitter, culpó de la masacre al “heteropatriarcado”. “Mi apoyo al entorno de las víctimas de Orlando y de las dos mujeres asesinadas en 24 horas. Víctimas de la misma lacra: el heteropatriarcado”. Entorno, no familias. Y esa mezcolanza con las dos mujeres asesinadas, sin motivación política, para concluir en el palabro absurdo y distorsionador: “heteropatriarcado”.

No es posible que redacciones de todo el mundo se pongan de acuerdo en las mismas pautas de tosca, pero eficaz, manipulación. ¿Quién establece las consignas? ¿Hay alguna terminal de dónde procedan? ¿Se trata de un caso de autocensura planetaria?

Errores policiales de la corrección política

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Eficaz y lesiva resulta la manipulación y está causando víctimas. Parece estar produciendo un efecto de desarme en las fuerzas policiales y en los servicios de inteligencia. El asesino de Orlando había sido interrogado en tres ocasiones, en 2013 y 2014, por el FBI y no por cuestiones nada menores: publicar comentarios a favor del grupo terrorista Estado islámico, por comentar que quería cometer un ataque suicida y por tener relación con otro norteamericano q terminó de terrorista suicida en Siria. A pesar de todo ello, ni se le detuvo e incluso se le permitió seguir con su trabajo de ¡guardia de seguridad en un centro de detención de menores!, por supuesto, armado. Un desastre policial sin paliativos del FBI.

Otro desastre policial, fruto perverso de la corrección política, está detrás del asesinato de un gendarme y su esposa, también funcionaria de Policía, en un suburbio de París. El asesino había sido detenido e incluso condenado a tres años por participar en la captación de terroristas para combatir en Siria, pero luego se le había considero rehabilitado. Un tremendo error del sistema en la Francia del petimetre de François Hollande.