Enrique de Diego
La corrupción en España no es el efecto de conductas personales desviadas, sino la base misma del sistema: parafraseando a Hamlet, todo huele a podrido en España, donde todo es corrupción y donde el sistema selecciona mediante la participación en la coima y el reparto del botín y los privilegios.
Nunca antes España, y casi ninguna sociedad, había sufrido una plaga tan cruel e inmisercorde, ni se había enfrentado a una mafia instalada en el poder, que eliminando cualquier atisbo de división de poderes, se ha dotado, además, de una casi completa impunidad.
Esa casta recoloca a sus miembros al margen de los resultados electorales. Un ejemplo es el oneroso Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, cuyos miembros cobran la bonita cifra de 8.500 euros mensuales, por el mero hecho de reunirse los miércoles para revisar dictámenes realizados por los funcionarios. En ese Consejo, los del PP tienen colocados a socialistas “domesticados” como Joaquín Leguina, Cristina Alberdi y Pedro Sabando, y también a destacados peperos como Ignacio Astarloa. Esquemas y prebendas similares existen en las diecisiete autonomías.
Esa casta saqueó de manera tan irrestricta y compulsiva las Cajas de Ahorro –con ciento cincuenta años de existencia- que han quebrado el sistema financiero que surgió para democratizar el crédito. Los peperos del Consejo de Administración de la Caja de Ahorros del Mediterráneo se autoconcedían créditos al 0% de interés y sin fecha de devolución: una donación en toda regla. Cada una de las cajas concedía créditos a ocho, diez o doce empresarios comisionistas, financiadores de los partidos, multimillonarios y sin avales, que han sido pasados a fallidos sin denuncia a la Justicia. A la gente normal se la desahucia, mientras a esos depredadores se les ha permitido irse de rositas. Esa información está siendo hurtada a los españoles.
La estafa de las preferentes fue pactada por PP y PSOE
Partido Popular y PSOE pactaron la estafa en gran escala de las preferentes cuando se asustaron ante las dimensiones de los agujeros montados en todas las cajas, bajo el control político de la casta. Estafaron ambos partidos a los ancianos, a los más indefensos. Ese pacto lo llevaron a cabo José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Luego, cuando estalló todo, endosaron las pérdidas al contribuyente.
Por ese saqueo, a día de hoy no hay nadie en la cárcel, porque la Justicia en España es una auténtica vergüenza, con sus miembros controlados por un Consejo General del Poder Judicial de nombramiento político. En España no hay Justicia, ni Estado de Derecho, sino un aparato judicial al servicio de la casta.
De esa manera, los sumarios sobre corrupción se eternizan, dan vueltas y vueltas, con esa ofensa a la inteligencia y a la decencia de la existencia de más de diez mil aforados cuando la mayoría de las democracias no tienen ninguno o uno. Una mafia instalada, controlando todo los resortes del poder en su propio beneficio: diputados con varias casas en Madrid que cobran dietas para vivienda, el ministro del Interior que vive en el Ministerio y se embolsa 1.800 euros mensuales para buscarse una vivienda, eurodiputados que participan de una Sicav en Luxemburgo, políticos peperos con notoria afición a tener cuentas en Suiza… Todo es un saqueo y una vergüenza nacional que resulta indignante e intolerable.
El sistema está muerto. La casta está muerta. Hay que enterrarlos, sin honor y sin misericordia.