AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Donald Trump, camino hacia la Casa Blanca

Redacción




Miguel Sempere

¿Puede llegar a la Casa Blanca un personaje cuya propuesta estrella es elevar un muro a lo largo de la frontera con México? ¿Puede ser presidente de Estados Unidos alguien que contradice, siempre y de manera directa, cualquier dogma de la corrección política? Que, por ejemplo, relaciona inmigración con delincuencia o que plantea prohibir la entrada de musulmanes a USA.

¿Puede ganar las elecciones presidenciales alguien que tiene en contra a todos los medios de comunicación, incluida la Fox? ¿alguien que batalla incluso contra el aparato republicano y contra algunas de sus vacas sagradas, como el clan Bush?

   Donald Trump, que es ese personaje, puede llegar a la Casa Blanca, en efecto. Las encuestas sitúan actualmente a Hillary Clinton sólo dos décimas por encima del magnate y en algunas Trump se coloca por encima a poca distancia.

Todos los pronósticos oficiales han fallado hasta el momento con Trump. El sistema –esa maraña de intereses creados y privilegios que pudre la democracia- ha seguido el manual sin que haya conseguido pararle. Primero, el silencio mediático y oficial como a un simple outsider, sin relevancia. Después, la ridiculización y el esperpento, dibujando un histrión megalómano sin recorrido, enfrentado a la comunidad latina. El partido republicano intentó diversos cortafuegos. Primero fue Jeb Bush, el favorito del sistema. Donald Trump no tuvo empacho en declarar que el 11-S fue, entre otras cosas, la consecuencia de la negligente política inmigratoria. Luego, el aparato apostó por Marco Rubio, que cayó definitivamente en Florida, su Estado. Más tarde, Ted Cruz. Y, por último, el sueño de todos contra Trump en la Convención Republicana, una especie de golpe burocrático, que no será posible porque Trump ya ha superado el número de delegados que automáticamente le convierte en candidato y ello con holgura.

Así que ya, por de pronto, Trump no es un verso suelto, ni un simple histrión, sino que representa una fuerte corriente de opinión. Dice, sin medias tintas, lo que mucha gente piensa. Su mitin en las primarias en Florida cosechó un fuerte éxito. Personas que diferenciaban entre inmigrantes ilegales y residentes legales. Los medios tuvieron que rendirse a la evidencia: “La oposición de los latinos a Trump no es tan monolítica ni tan inevitable”.

La última tesis es que no se pueden ganar las elecciones con el rechazo de las comunidades latina y negra, pero hasta ahora todas las tesis sobre Trump han resultado fallidas. Quizás también lo sea ésta. Por de pronto, con su mera presencia, con su discurso, Trump ha dado un golpe de muerte a la corrección política; esa red asfixiante y paralizante de clichés extendida e impuesta desde las universidades y los medios de comunicación y que constituye todo un discurso oficial, que corre el riesgo de tumbar a la civilización occidental. De momento, Trump está liderando a la mayoría silenciosa, a la mayoría moral con una fuerza que no se veía desde Ronald Reagan, y de manera incluso más intensa.

NO TE LO PIERDAS:   Las dos Austrias: Viena y el resto

La ventaja comparativa de la total independencia de multimillonario

Una ventaja comparativa de Donald Trump, con su innegable histrionismo, es su independencia. Trump ha dejado claro desde el primer momento que él se iba a costear su campaña, que no iba a pedir contribuciones. Según la revista Forbes, la fortuna de Donald Trump asciende a 4.500 millones de dólares. Trump remitió un desmentido publicado en la revista Business Insider: su fortuna alcanza los 8.700 millones de dólares. Forjada con un imperio de grandes edificios, lujosos hoteles, casinos, campos de golf y la organización de eventos como la elección de Miss Universo.

En Estados Unidos, al contrario que en Europa, tener dinero, ser multimillonario, no juega en contra. Se supone que haber hecho una fortuna es un aval para gestionar bien la nación: el éxito en lo privado coadyuva al éxito en lo público. Y, más allá, implica haber cumplido el sueño americano, algo a lo que se puede aspirar. Uno de los mensajes más exitosos de Trump es que una de sus primeras medidas cuando llegue a la Casa Blanca será renunciar al sueldo de presidente (400.000 dólares). Algo que “no me cuesta ningún esfuerzo”, puntualiza.

Trump, al margen de sus divorcios -va por la tercera esposa- ha cuidado siempre su popularidad y ha participado frecuentemente en reality sohw. Financió durante años uno de fuerte impacto en la NBC, The Apprentice, en el que una veintena de empresarios competían por un premio de 250.000 dólares y un contrato para dirigir una de sus empresas.

De fenómeno y espectáculo, a esperanza de cambio

NO TE LO PIERDAS:   El partido político Identitarios firma ante notario que sus miembros no se vacunarán contra el coronavirus

Donald Trump ya no es un mero espectáculo, ni un fenómeno, todo lo relevante que se quiera; es una esperanza de cambio, la posibilidad de poner fin, para los restos, a la corrección política. Cambio también en la geopolítica. Trump no sólo tiene críticas para la izquierda de la corrección, también para la derecha. Se ha distanciado de las tesis neocon, aseverando que fue un error intentar exportar la democracia a las inestables sociedades islámicas. “El mundo sería un lugar mejor y más seguro si Husein y Gadafi estuvieran en el poder”. También ha criticado los intereses del complejo industrial-militar. Un Trump en la Casa Blanca previsiblemente mejoraría sustancialmente las relaciones con la Rusia de Vladimir Putin y se distanciaría de los intereses corrosivos y decadentes de las petromonarquías. Pondría punto final a la decadencia marcada por los dos mandatos del criptointegrista Barack Husein Obama, quintaesencia de la corrección política, como también lo es Hillary Clinton.

Hasta ahora, todos los ninguneos a Donald Trump no han servido para nada, como tampoco los vaticinios pesimistas. Así que, sí, Donald Trump va camino de llegar a la Casa Blanca. Y eso cambiaría muchas cosas. Una necesidad imperiosa.