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España precisa una regeneración

Redacción




Enrique de Diego

España está gobernada por una pandilla de ladrones en todas las instituciones de la nación, desde la más alta a la más baja; depreda por una casta de parásitos cuya única finalidad es enriquecerse empobreciendo a los demás y viviendo de su esfuerzo.

El sistema político partitocrático que padecemos implica el pacto mafioso entre los políticos y los poderes económicos y se basa única y exclusivamente en la corrupción. España precisa una revolución, no una alternancia, sino un cambio radical, de raíz, que renueve todas las estructuras y depure a los corruptos y a sus cómplices.

Releo en estos días el magnífico libro Teoría pura de la República de Antonio García Trevijano, sin duda, la cabeza más ilustrada en el terreno del pensamiento político. Y especialmente el primer trepidante y profundo capítulo sobre la Revolución francesa y uno tiene la sensación de que por mucho menos de lo que sucede ahora en España florecieron las guillotinas. Ahora, menos mal, nos hemos vuelto civilizados y los corruptos campan a sus anchas, ocupan las poltronas, pasean por las calles, a veces con varias imputaciones sempiternas (ha sido reimputado Modesto Crespo, de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, por cobrar 600.000 euros en dietas, ¡eso son dietas!) y con sumarios que duermen el sueño de los justos, administran justicia, elaboran leyes y, con frecuencia, nos dan clases de moral a tanto la pieza, mientras nos meten la mano en la cartera o nos suben el IBI y el IVA.

El caso de las tarjeta black de CajaMadrid desbordó la callada y resignada indignación nacional y marcó un antes y un después en el descrédito del sistema de casta parasitaria que padecemos. De todos los partidos, de todos los sindicatos, también de la patronal y del sindicato de cuadros funcionaban con unas tarjetas opacas, sin control ni tributación, con las que podían hacer de su capa un sayo y sacar dinero del cajero que nunca habían ingresado, 83 consejeros y ejecutivos despilfarraron la bonita cantidad de 15,5 millones de euros entre 2003 y 2012. Estamos hablando de los consejeros y ejecutivos que quebraron CajaMadrid, que quebraron Bankia, con Rodrigo Rato montando una estafa monumental, y que estafaron a una legión de confiados ancianos españoles, algunos con Alzheimer, para que pagaran sus desaguisados. Gente sin moral, sin escrúpulos, con una avaricia irrestricta y una caradura colosal. Un tercio de esos 15,5 millones los sacaron de los cajeros endosados a errores informáticos. Y 28 consejeros siguieron quemando Visa después de abandonar sus cargos. Quedan ganas de no respetar ni a sus madres.

Se percibió esa solidaridad interna de casta, ese interés común que aúna a todas las siglas y convierte todo en una gran mentira y en una hedionda cloaca, que empobrece a los laboriosos y prima a los sinvergüenzas y corruptos. Sinvergüenzas de todos los partidos, del PP (28), del PSOE 815), de IU (4), que han dado alguno de los casos más escandalosos, de UGT (4) y Comisiones Obreras (6), de la patronal (5), con el inefable Arturo Fernández, protegido de Esperanza Aguirre, ex de la Casa Real, como Rafael Spottorno, y economistas fervorosos del libre mercado y de la depredación de lo público, como Juan Iranzo y Alberto Recarte. Tampoco el compromiso católico ha sido dique a meter la mano en la caja de plástico y ahí está el miembro del Opus Dei, Jesús Pedroche. Es para vomitar o para acabar, como sea, con tanto desafuero y tanta hipocresía, con tanto robo y tanto saqueo.

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Porque esos depredadores chapuceros y sin escrúpulos son los mismos que se ponían unos sueldos desorbitados –Miguel Blesa se lo duplicó en el último tramo- y se autoconcedían finiquitos multimillonarios, pero su avaricia era tanta que hasta se dotaron de tarjetas para vivir el gratis total, sin tributar, sin justificar. Pura mafia. Las declaraciones de los implicados añaden sal y vinagre a las heridas ciudadanas, ningún arrepentimiento, al contrario, que se trataba de la práctica de la institución –quebrada y desfalcada- y uno ha llegado a situarse como “víctima”. ¡Lo que hay que aguantar en esta España doliente!

Responsabilidad de Aznar y de Esperanza Aguirre

Estando todos en el enjuague, de todas las tendencias y siglas, siendo representantes elegidos por sus partidos y sindicatos (es decir, los más representativos y los más chorizos), es preciso destacar que la responsabilidad mayor es la de esa mafia asquerosa, en la que no queda nadie honrado, del PP, no sólo porque es quien aporta sensiblemente el mayor número de depredadores, sino porque tenían la mayoría absoluta y nada se podía hacer si ellos no lo hubieran querido. En ese sentido, es gravísima la responsabilidad de ese desquiciado mediocre megalómano de José María Aznar quien, por de pronto, puso a su amigo Miguel Blesa, y a otros muchos amigos de él y de la inefable Ana Botella. Todo ello bajo la complacencia y la responsabilidad de ese tremendo bluf que es Esperanza Aguirre, porque CajaMadrid era predio de la Comunidad de Madrid y toda la larga lista de chorizos peperos coincide con la de amigos de Aznar y Aguirre. El pícaro corrupto de Arturo Fernández, por ejemplo, que no paga a sus trabajadores a pesar de todas las concesiones y prebendas recibidas del PP y de Aguirre.

Recarte y la cloaca inmunda de Libertad Digital

También Alberto Recarte, mano derecha de Miguel Blesa, presidente entonces de Libertad Digital, y beneficiario de los favores políticos de Esperanza Aguirre, madre nutricia de todas las corrupciones de Gürtel y habidas y por haber en Madrid, que son muchas. Recarte, que se las ha dado de liberal, gastó la cifra de 139.900 euros que él dice que destinó a comidas y libros. Dada su extrema delgadez, hemos de suponer que ha reunido una magnífica biblioteca con cargo al jubilado estafado en las preferentes y al sufrido y expoliado contribuyente. Recarte, que ahora ya no se habla con Losantos pero que entonces era uña y carne, todo por el negocio, recibió un crédito de 11,6 millones de euros para una empresa suya que ha quebrado, porque es de los que da consejos para los demás pero para él no tiene. Crédito que, por supuesto, no ha sido devuelto. También sale en los correos de Blesa haciendo gestiones de tráfico de influencias a favor del propietario de Polaris World, que era también socio de Libertad Digital. Polaris es una de las grandes estafas y de los grandes escándalos políticos de Murcia. Así que en toda la mierda siempre sale el chiringuito de Losantos –recibiendo dinero de la caja B del PP, o favorecedores acuerdos publicitarios con la Caja de Ahorros del Mediterráneo o Bancaja y casi un millón de euros de CajaMadrid, todo quebrados- en lugar destacado. ¡Tremendo este desfonde moral del liberalismo a la egipcia parasitando siempre del Presupuesto con la voracidad de las sanguijuelas!

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Cárcel y depuración

Porque en esta España gobernada –gobierno y oposición y comunismo y sindicatos y patronales- por vulgares chorizos, sin ni tan siquiera el estilo de las mafias, se ha llegado al despropósito de sentar en el banquillo al juez Elpidio Silva por haber tenido el atrevimiento de llevar a la cárcel al gran chorizo “Don Miguel Blesa”, que debería entrar para no salir. Y ahora –Recarte al fondo- se entiende mejor la inmunda campaña de Losantos, un amoral sin límites, a favor del capo Blesa y tildando de liberticida su encarcelamiento.

España ya no precisa ni una alternancia, ni una alternativa, sino una revolución o regener5ación, aunque pueda dudarse de que resto energía vital en esta España vejada y depredada y al tiempo complaciente.

Una regeneración que:

1.- Suspenda a todos los partidos y sindicatos y patronales de la corrupción y se incaute de todos sus bienes

2.- Mande de inmediato a todos los corruptos a la cárcel y se incaute de todos sus bienes hasta recuperar lo robado

3.- Depure a la Justicia y a los Cuerpos de Seguridad de todos cuantos han sido complacientes con los corruptos a cambio de ascensos

4.- Expulse de la Administración Pública a todos los enchufados, a todos los miembros de los partidos y a todos los familiares y amigos de los políticos de esta casta.

5.- Ponga un impuesto especial para todos cuantos hayan tenido en estos años cargo electo o de responsabilidad administrativa de carácter político para que sean ellos y sólo ellos los que paguen la estratosférica deuda pública española.

(No voy a dejar de mostrar mi orgullo por haber sido el primero en definir como casta –hoy término de uso común- a esta pandilla de sinvergüenzas en mi libro Casta parasitaria (2008), aunque el término ya se encuentra en libros míos anteriores como El manifiesto de las clases medias (2007) y Privatizar las mentes (1996), el texto premonitorio en el que describe la crisis sistémica que padecemos”. Me alegra que otros lo utilicen ahora aunque con soluciones erróneas).